lunes, 14 de abril de 2008

Extras del vuelo

Sometido por las exigencias de quienes pidieron que las publicaciones no fueran demasiado extensas resolví no mezclar un par de apostillas muy singulares acontecidas a lo largo del vuelo. Como podrán ver, estos considerandos están dedicados al registro de vuestras necesidades en desmedro de mis impulsos por transcribir extensas tribulaciones de difícil lectura.

Probablemente mezclar a Marta, la azafata, Emilio, el comisario de a bordo y a Elvira, mi vecina de asiento, hubiera tenido poco que ver con mis problemas de sueño.

De todas las veces que me levante del asiento, un largo estadío estuvo destinado a colaborar con Elvira, así he resuelto llamar a la uruguaya septagenaria que consiguió perder un anillo del dedo mayor en medio del vuelo y cuyos intentos por encontrarlo sin moverse del asiento lograron situar a su cadera en situación de riesgo en cada ocasión que giraba sobre si misma para observar la alfombra del pasillo y tratar de divisar algo.

La partida de expedicionarios que nos lanzamos a la búsqueda de la joya perdida estuvo conformada por tres personas: un gringo sentado detrás de ella, quien escribe y una amiga suya sentada junto a la ventana. Se imaginarán el grado de colaboración que esta última podía prestar esta ultima siendo un poco mayor que la primera.

Efectivamente lo de su amiga no podemos decir que fuera ni operativo ni funcional al objetivo, pero no por ineficaz resulto menos cómico por cuanto era quien dirigía las acciones de la búsqueda, o al menos pretendía hacerlo. Vos estas segura Elvira, como puede ser que lo hayas perdido, en serio lo decis, y continuaba con un rezo de preguntas sin sentido ante la evidencia de la falta.

En algún punto su inquietud no era descabellada, por caso, mi compañero de búsqueda y yo nos preguntábamos con la mirada como carajo había conseguido la vieja perder el anillo en medio del vuelo, de no ser que tuviera una un parkinson virulento que provocara una agitación corporal como para facilitar el desplazamiento de la sortija hacia dios sabe donde.

Lo mas cómico de toda la situación fue ver a Elvira dialogando a voz batiente, prácticamente gritando, con otra compañera de tropelía, ubicada en el primer cuerpo de asientos, es decir, con todos los del medio haciendo de nexo humano entre ellas y atendiendo, pacientes todavía, a su escandalosa tertulia.

La colaboración de Elvira en la pesquisa resultó ser una gran puesta en escena, una dolorosa sucesión de indicaciones vacías de coherencia y cargadas de pesadez, tan intensas como el volumen de sus gritos. Lo perdí, te digo que lo perdí, le repetía a su amiga al tiempo que nos solicitaba suspender la búsqueda. No se preocupen, de todas maneras no era importante, si logramos encontrarlo cuando aterrice el avión bien, si no importa, y odié la utilización de ese plural cómplice.

El gringo me pidió traducción simultánea, la cuál procuré matizar para no quedar prendido de una comprensible reacción de ira para con el mensajero, well, she thinks….she says….she will check it out as soon as we arrive to Atlanta , she is saying thank to us, y le dibujé un agradecimiento jamás ocurrido como para calmar y prevenir cualquier tipo de desentendido cultural.

Mientras todo esto sucedía, Emilio, la diva de bodeville, nuestro comisario de a bordo, se acercó a preguntar si estaba todo bien, particularmente a mi. Su amplia sonrisa y su mirada pícara poco me conmovieron a pesar de los insistentes intentos, probablemente porque estaría lo suficientemente enfadado y drogado como para leer el sinnúmero de figuras compuestas por el tipo al mejor estilo village people.

Capitulo aparte merecería ese monumento al empleado municipal, encarnado por la azafata, que se paseaba ofreciendo el plato de cena. Pasta o chicken, preguntó varias veces con un marcado acento sureño, tan bien escenificado en las películas de los hermanos Cohen, sugiero vean Fargo o No country for old men.

Con el pelo teñido, raíces renegridas fruto de la decoloración acelerada, su exceso de lápiz labial mas propio de cabaret barato, todo posible imaginario, toda posible fantasía erótica acerca de exuberantes y sensuales azafatas de cabellera al viento y mirada Lancome se esfumaron al verla partir hacia el fondo del avión para buscar para buscar mas platos de pasta, ocupando con su trasero la totalidad del pasillo. Su meneo paquidérmico obnubiló mi vista dejándome devastado y sin ganas de mas. Pasta or not? me pregunto con cara de hinchada las pelotas por el fracaso masivo del fried chicken.

El plato llegó a con velocidad de frisbee impactando en la bandeja retráctil, ahora decime, ¿que culpa tengo yo que hayan diseñando el menú de vuelo como el culo?

chapatin

No hay comentarios: