lunes, 14 de abril de 2008

delta 910, en vuelo

Have you seen, there is no problem me dijo el tipo al verme regresar con las bolsas del duty free luego de presentarme con cara de preocupación por la ausencia de las mismas. ¡Is it wine? , cause argentinian wine is excelent, comentó el tipo y concluyó no sin previa acerca de los perjuicios que podría llegar a tener si al arribar a Atlanta no metía todo lo comprado dentro en la maleta unless you want customs take everithing away from you.

El primer welcome me lo extendió una rubia cuyo nombre no recuerdo Todavía tenia repicando en la cabeza las palabras del gordo: me parece que estas muy abrigado, argumento que di por valido desde el mismo instante del check in cuando tuve que revisar no menos de seis o siete bolsillos para encontrar el pasaporte, los del pantalón, el saco, el buzo, un verdadero dislate.

El asistente de Delta, una vez pesada la valija me dijo, tiene cinco kilos demás, a lo que respondí con una mirada impertérrita y cierto desden. A fin de cuentas no era nada que no se pudiera solucionar aprendiéndome su nombre de pila y apelando al mismo en plan de sugerir intimidad inexistente entre su persona y la mía. Sabés que pasa Luciano, voy a España y llevo ropa para la gente que vive allá, vos me entendés, si claro, no te hagas problema, yo también tengo parientes viviendo fuera del país.

El buena vista social club por el que me toco desfilar a través de la primeras hileras de asientos, que para los que viajamos en economy son esas confortables poltronas de primera o business, van conformando notaciones que no vas a poder hacer: dormir tranquilo, cómodo y con plato decente al momento de crujir el estomago.

No voy a negar que la pasta no fuera decente, y si por caso la sensación que dejo es de queja, despejemos dudas, en lo mas mínimo, pero a las cosas por su nombre si para muestra basta un botón, no pude evitar reír observando al matrimonio sentado junto a mi, en el que la mujer confortaba al marido por los desgraciados capelettis que le habían tocado en suerte.

Tan cierta es la gratitud que tengo por mi posibilidad de cruzar la frontera como verídico el descreimiento sentido por cualquier aseveración relativa a la publicitada comodidad pasible de ser experimentada durante el vuelo.

Sencillamente no hay forma, es un suplicio para el cuerpo, un entrenamiento acelerado de contorsión corporal. Y quiero dejar en claro que siento profunda envidia por los durmientes, esos tipos capaces de conciliar adoptando las fisonomías mas diversas. Simplemente no se como lo hacen y juro que lo he intentado todo.

Le consulte a la azafata si ofrecían vino con la cena, y me extendió una pequeña botella de dudosa procedencia, probablemente similar a la de la estafa perpetrada por la mafia italiana, si no se han enterado, busque porque es genial.

Es la mía, me dije al servirme el vino, esto y el clonazepam dosificado de forma adecuada me tienen que tumbar sin mayores miramientos. Cuatro horas mas tarde estaba en el fondo del avión junto al comisario y la aeromoza realizando ejercicios de estiramiento para evitar una embolia cerebral que de todas maneras ya padecía como efecto del combo alcohol y psicofármacos. Digamos que la consecuencia química inversa a la percibida por un amigo en una noche catalana, cuando estando por terminar el horario de la disco, a poco de que esto sucediera, se coló una pastilla sin saber que en momentos mas había de ser expulsado. Para cuando le avisaron de la tragedia le suplicó al barman: no me pueden hacer esto, tengo las muelas como dos castañuelas, y se fue a rebotar por todos los edificios a lo largo de la rambla Catalunya.

Lo mio era el absoluto opuesto, un mutante sin rumbo ni memoria caminando entre doscientos hijos de puta puestos a dormir nomás para fastidiarme. No me jodan, en serio, no es posible dormir en el avión, sencillamente no se puede.

Your attention please, fasten your seat belts, come on folks, todavía no hemos detenido el avión, no hemos arribado por completo (me pregunto como será hacerlo a medias).

No ves que no tengo suerte y solo yo soy el único boludo que consiguió dormirse cuarenta minutos antes del aterrizaje luego de volar diez horas.

De verdad les digo, soy y seré un eterno agradecido por poder tomarme las vacaciones de las que estoy disfrutando, pero no me digan que esto de volar es cómodo.

Chapatin

1 comentario:

Anónimo dijo...

Feliz cumple!!!
Cariños,
Pato